21.

He de decir que no soy nada sincera cuando se trata de decir lo que siento. Cada vez que lo tengo que hacer, es como si me quedase en blanco, no puedo decir nada, se me traban las palabras, es como si el tiempo se detuviese. Y más cuando esa persona se da cuenta de lo que sientes y al final te lo dice, te lo dice porque acaba explotando de tanto callárselo, puede que sea porque prefiere saberlo a que te estés callando o porque en verdad siente lo mismo. Siempre he sido tan sumamente tonta de callármelo todo por el mítico miedo de pensar que puede que después de decírselo todo cambie, y que nada vuelva a ser lo mismo, o simplemente por no querer que te hagan esa mítica pregunta de ''¿Pero cómo te puede gustar ese?'' y después el mítico comentario de ''pero si es un cerdo, no te merece, te hará daño. Hazme caso, lo conozco muy bien, y sé como es. Es igual que todos.'' Y esas  cosas son las que más daño te hacen, las que te queman por dentro, esas con las que te entran esas putas ganas de llorar y no parar, porque al principio te niegas y dices que no, que todo eso es mentira, y que de verdad te quiere, que lo notas. Pero de tanto comerte la cabeza te lo acabas creyendo, y eso es lo que te acaba matando.